Del libro LA SAL DE LA TIERRA, publicado por Ediciones Palabra. Reproducido con permiso del editor.
Conocimiento actual del cristianismo
El periodista Peter Seewald afirma: “Es evidente que se ha perdido el concepto de lo que es, realmente, la Iglesia y de lo que debería ser. El verdadero significado de los signos y de las palabras de la fe parece haber quedado oculto por una cortina de humo.”
Joseph Ratzinger contesta: “Los cristianos debemos ser conscientes de que, de hecho, ya no conocemos el cristianismo. Por poner un ejemplo, ¡cuántas imágenes de iglesia a muchos ya no les dicen nada! Ya no se sabe qué significan. Incluso realidades todavía familiares a las generaciones inmediatamente anteriores como sagrario y otras así, se han convertido en palabras raras; y, sin embargo, predomina el sentimiento de que ya conocemos el cristianismo y que, por tanto, debemos buscar otra cosa.
Es muy importante promover, por decirlo así, una cierta curiosidad por el cristianismo, fomentar el deseo de descubrir qué es exactamente. Pero para esto hay que empezar a sacar a la luz del día lo más importante. Es decir, lo ya conocido desde hace mucho tiempo y, a partir de ahí, fomentar el interés por esa inmensa riqueza que el cristianismo contiene, contemplar su enorme variedad, no como un pesado lastre de métodos y de sistemas, sino como lo que realmente es: un tesoro para nuestra vida que bien merece la pena conocer a fondo.”
Conocimiento actual del cristianismo
El periodista Peter Seewald afirma: “Es evidente que se ha perdido el concepto de lo que es, realmente, la Iglesia y de lo que debería ser. El verdadero significado de los signos y de las palabras de la fe parece haber quedado oculto por una cortina de humo.”
Joseph Ratzinger contesta: “Los cristianos debemos ser conscientes de que, de hecho, ya no conocemos el cristianismo. Por poner un ejemplo, ¡cuántas imágenes de iglesia a muchos ya no les dicen nada! Ya no se sabe qué significan. Incluso realidades todavía familiares a las generaciones inmediatamente anteriores como sagrario y otras así, se han convertido en palabras raras; y, sin embargo, predomina el sentimiento de que ya conocemos el cristianismo y que, por tanto, debemos buscar otra cosa.
Es muy importante promover, por decirlo así, una cierta curiosidad por el cristianismo, fomentar el deseo de descubrir qué es exactamente. Pero para esto hay que empezar a sacar a la luz del día lo más importante. Es decir, lo ya conocido desde hace mucho tiempo y, a partir de ahí, fomentar el interés por esa inmensa riqueza que el cristianismo contiene, contemplar su enorme variedad, no como un pesado lastre de métodos y de sistemas, sino como lo que realmente es: un tesoro para nuestra vida que bien merece la pena conocer a fondo.”
