Turkmenistán es un país compuesto por un 90% de estepas desérticas, pero también en el desierto está brotando la flor del Evangelio, gracias a las oraciones y a la obra del P. Andrzej Madej, de los Oblatos de Maria Inmaculada (OMI), misionero polaco en esta república ex soviética del Asia Central, que cuenta con 5 millones de habitantes, el 90% de los cuales son musulmanes. En el país viven 64 católicos bautizados, unos cincuenta catecúmenos y un grupo de “simpatizantes de la fe cristiana”.
Turkmenistán, como los otros países del Asia central, Kazajstán, Tadjikistán, Uzbekistán y Kirguizistán, constituye una tierra de “primera evangelización”: en el país no hay iglesias y el gobierno no autoriza su construcción. El régimen del presidente Saparmurad Nijazov ha prohibido la actividad misionera de cualquier confesión excepto el Islam sunita y la Iglesia ortodoxa rusa. Incluso se le ha negado todavía el reconocimiento estatal a la Iglesia católica armenia, una de las mayores comunidades religiosas. Según informa “Ayuda a la Iglesia necesitada”, la comunidad católica ha presentado la petición para ser registrada, pero los funcionarios del ministerio de Justicia no han aceptado los documentos porque se señalaba como líder de la comunidad al P. Andrzej Madej, ciudadano polaco, afirmando que debía ser un ciudadano turkmeno quien dirigiese el grupo religioso. Los católicos turkmenos son en su mayoría de etnia polaca y alemana. De momento pueden celebrar la Misa solamente en el territorio diplomático de la nunciatura de Ashgabat, la capital del país, o en privado. La comunidad católica no ha conseguido ni siquiera recuperar la propiedad de su iglesia histórica en Turkmenbashi, única iglesia armenia que sobrevivió al período soviético, y que ahora se encuentra en un estado de completa decadencia. A pesar de todo, el P. Andrzej Madej no pierde la esperanza: “El trabajo catequético con adultos y jóvenes, la oración, en particular el rezo del Rosario, y la celebración de la eucaristía nos ayudan a sobrevivir y a dar a nuestra comunidad dinamismo y fuerza interior. En el país trabajan dos sacerdotes católicos, no hay ninguna religiosa, y no tenemos tampoco iglesias. La Santa Misa y otras funciones religiosas se organizan en las casas privadas”.
En la ciudad de Lucknow, del estado de Uttar Pradesh, en India centro-septentrional, se produjo otro episodio de violencia anticristiana cuando un grupo de militantes nacionalistas hindú irrumpieron en una escuela dirigida por las Hermanas de Loreto, rompieron la puerta y saquearon y devastaron la estructura, los locales y la capilla. La Conferencia Episcopal ha hecho público un comunicado oficial en el que deplora fuertemente lo acontecido y recuerda que las escuelas católicas en India han respetado siempre las diferentes tradiciones religiosas, impartiendo una instrucción que promueve un espíritu de paz y de armonía. Al día siguiente, dieciséis escuelas cristianas en la ciudad de Lucknow permanecieron cerradas en señal de protesta y de solidaridad con la escuela atacada. Las autoridades civiles del estado de Uttar Pradesh han condenado lo ocurrido, y también algunos líderes religiosos hindú y musulmanes se han unido a las condenas. Entre tanto, fruto de las primeras investigaciones, parece que los responsables del asalto son miembros del brazo juvenil del Baratiya Jaanata Party, partido político nacionalista que está en el gobierno en algunos estados indios y que en el pasado ha gobernado incluso a nivel federal. Con una tasa de analfabetismo del 35%, y que en el caso de los grupos más pobres llega a 55%, India vive el problema de la instrucción para una población que ha superado los mil millones de personas. Los cristianos, que son 25 millones en India, el 2,5% de la población del país, tiene a su cargo el 17% de los centros educativos del país.
Turkmenistán, como los otros países del Asia central, Kazajstán, Tadjikistán, Uzbekistán y Kirguizistán, constituye una tierra de “primera evangelización”: en el país no hay iglesias y el gobierno no autoriza su construcción. El régimen del presidente Saparmurad Nijazov ha prohibido la actividad misionera de cualquier confesión excepto el Islam sunita y la Iglesia ortodoxa rusa. Incluso se le ha negado todavía el reconocimiento estatal a la Iglesia católica armenia, una de las mayores comunidades religiosas. Según informa “Ayuda a la Iglesia necesitada”, la comunidad católica ha presentado la petición para ser registrada, pero los funcionarios del ministerio de Justicia no han aceptado los documentos porque se señalaba como líder de la comunidad al P. Andrzej Madej, ciudadano polaco, afirmando que debía ser un ciudadano turkmeno quien dirigiese el grupo religioso. Los católicos turkmenos son en su mayoría de etnia polaca y alemana. De momento pueden celebrar la Misa solamente en el territorio diplomático de la nunciatura de Ashgabat, la capital del país, o en privado. La comunidad católica no ha conseguido ni siquiera recuperar la propiedad de su iglesia histórica en Turkmenbashi, única iglesia armenia que sobrevivió al período soviético, y que ahora se encuentra en un estado de completa decadencia. A pesar de todo, el P. Andrzej Madej no pierde la esperanza: “El trabajo catequético con adultos y jóvenes, la oración, en particular el rezo del Rosario, y la celebración de la eucaristía nos ayudan a sobrevivir y a dar a nuestra comunidad dinamismo y fuerza interior. En el país trabajan dos sacerdotes católicos, no hay ninguna religiosa, y no tenemos tampoco iglesias. La Santa Misa y otras funciones religiosas se organizan en las casas privadas”.
En la ciudad de Lucknow, del estado de Uttar Pradesh, en India centro-septentrional, se produjo otro episodio de violencia anticristiana cuando un grupo de militantes nacionalistas hindú irrumpieron en una escuela dirigida por las Hermanas de Loreto, rompieron la puerta y saquearon y devastaron la estructura, los locales y la capilla. La Conferencia Episcopal ha hecho público un comunicado oficial en el que deplora fuertemente lo acontecido y recuerda que las escuelas católicas en India han respetado siempre las diferentes tradiciones religiosas, impartiendo una instrucción que promueve un espíritu de paz y de armonía. Al día siguiente, dieciséis escuelas cristianas en la ciudad de Lucknow permanecieron cerradas en señal de protesta y de solidaridad con la escuela atacada. Las autoridades civiles del estado de Uttar Pradesh han condenado lo ocurrido, y también algunos líderes religiosos hindú y musulmanes se han unido a las condenas. Entre tanto, fruto de las primeras investigaciones, parece que los responsables del asalto son miembros del brazo juvenil del Baratiya Jaanata Party, partido político nacionalista que está en el gobierno en algunos estados indios y que en el pasado ha gobernado incluso a nivel federal. Con una tasa de analfabetismo del 35%, y que en el caso de los grupos más pobres llega a 55%, India vive el problema de la instrucción para una población que ha superado los mil millones de personas. Los cristianos, que son 25 millones en India, el 2,5% de la población del país, tiene a su cargo el 17% de los centros educativos del país.
