Ramón Mota Deulofeu
Estudiante de Periodismo
Stéphane Bern, un periodista francés especialista en casas reales europeas, explica en una web (www.cafebabel.com) las razones de la popularidad y longevidad de la institución de la monarquía. Según él la monarquía no pasa de moda porque los países de Europa que han conservado esa institución muestran un interés especial en mantenerla, y la monarquía ha sabido evolucionar y adaptarse a su tiempo, mucho más que el resto de instituciones políticas, que han permanecido ancladas en el pasado. Además, las cortes reales han sufrido un proceso de rejuvenecimiento y renovación con la democratización de sus nuevas generaciones, aunque sólo sea por los enlaces de los herederos con las llamadas “plebeyas”.
Por otra parte, a ello hay que añadir una evolución de los hábitos sociales y así, por ejemplo, nos encontramos con casos como el de Noruega, con una Mette-Marit, entonces madre soltera, que consiguió casarse con el príncipe Haakkon, futuro rey de aquel país. En opinión de este periodista, ese hecho tuvo más repercusión social que muchas leyes votadas en el Parlamento. También en Gran Bretaña la monarquía es más receptiva al cambio de mentalidad de los ingleses que el propio primer ministro. La reina de Inglaterra, por ejemplo, decidió recortar su tren de vida, se retiró de Kengsinton Palace, que se transformó en museo, y empezó a pagar sus impuestos, como el resto de los ciudadanos. Llegó incluso a reducir los aviones puestos a su disposición y ahora son los ministros del gobierno británico quienes los utilizan a modo de taxi. Paradójicamente, mientras la monarquía se ha vuelto más reservada y modesta, numerosas publicaciones vienen denunciando el tren de vida que lleva el primer ministro, así como sus aires de grandeza. En realidad, parece que los reyes hacen más por escuchar al pueblo que la clase política.
De todas formas, esto no significa que los europeos se estén volviendo monárquicos. En realidad, nos hallamos ante dos sentimientos diferentes. Cuando se ataca a la monarquía, se hace desde la irracionalidad con un trasfondo del imaginario colectivo. Así, en Bélgica, una parte de los adversarios del rey lo son precisamente porque es el único pilar resistente de un país unido. Los separatistas flamencos pretenden acabar con esa idea de unidad, lo cual, a su vez, muestra la importancia de la monarquía. Lo mismo sucede con los españoles que, más que monárquicos, son “juancarlistas”. En todos sus viajes y actuaciones públicas se puede constatar el nivel de popularidad del Rey de España. ¿Qué político en el mundo puede hoy en día presumir, tras treinta años de reinado, de semejante popularidad?
También es esencial la implicación de los miembros de las casas reales en causas humanitarias. Es una buena razón que de verdad justifica el mantenimiento de la monarquía, al margen del aspecto puramente político. La reina Doña Sofía, que visitó en Arabia Saudí o en África a niños enfermos, siempre está al lado de los que sufren. Del mismo modo, Silvia de Suecia defiende de forma permanente los derechos del menor apoyando, por ejemplo, la aprobación en la ONU de una Carta de Derechos del Niño. En este sentido, las princesas dedican gran parte de su tiempo a visitar orfanatos, hospitales, guarderías o residencias de ancianos, situándose en primera línea a la hora de escuchar a su pueblo y sobre todo, tratar de comprender sus necesidades, con iniciativas como las del Príncipe Carlos de Inglaterra que, con su “Prince’s Trust”, muestran lo que se puede llegar a hacer por la resinserción laboral de los jóvenes desempleados. Los políticos, en cambio, no tienen contacto con los ciudadanos, a no ser para pedirles algo a cambio, como la obtención de un triunfo electoral.
Hasta aquí el resumen del pensamiento de este periodista francés. Me ha parecido interesante transcribir su lección de política, con la que quizás no estaremos del todo de acuerdo, pero que, en última instancia, también contesta a la pregunta del “Tema clave”: siempre hay estamentos por encima de los políticos que escuchan más a los ciudadanos.
