25 d’abril del 2006

ITE-113. Noticia-Misión


Cáritas Internacional, la confederación de 162 organizaciones católicas de ayuda, desarrollo y servicio social presente en más de doscientos países y territorios, ha lanzado un llamamiento para recoger fondos en favor de la población de la isla de Qeshm, en el sur de Irán, golpeada por un terremoto el 27 de noviembre pasado.
El seísmo, de intensidad 6,1 de la escala Richter, ocurrió en una zona habitada por unas 123.000 personas y provocó muertos y heridos, destruyendo unas 2.500 casas. Cáritas Irán informa que ha levantado ciudades hechas con tiendas de campaña para quienes se han quedado sin casa y pretende ofrecer letrinas y cisternas de aguas. A continuación, pretende lanzar un proyecto a largo plazo para la reconstrucción o construcción de casas. La isla de Qeshm ha sufrido largos períodos de sequía. La falta de agua, así como de estructuras sanitarias, hace que la vida de los damnificados sea particularmente dura y que se den riesgos sanitarios.
Todos estos problemas se han agravado porque el 31 de marzo un nuevo terremoto sacudió al país, siendo esta vez Boroujerd la ciudad más castigada. Cáritas insiste en pedir el envío de agua y otros bienes de primera necesidad para ayudar a las víctimas. Cáritas concentra ahora su acción en ayudar a entre mil y mil quinientas familias de tres de los pueblos más golpeados, situados en los alrededores de Boroujerd: Darbe Astaneh, Bozazna y Gnanjineh.
Estos pueblos han sido destruidos en un 70% o en un 100% y lo que todavía queda en pie probablemente sea inutilizable. Unas quince mil familias se han quedado sin casa tras el terrible terremoto. Se han contabilizado unos setenta muertos. La tragedia hubiera podido ser mucho más grave si no fuera porque el terremoto fue precedido por sacudidas que habían llevado a los habitantes a salir de sus casas.
Los servicios de salud de la región tuvieron graves problemas para responder a la catástrofe, pues numerosos hospitales y centros médicos han quedado destruidos a causa de su instabilidad estructural. Algunos hospitales de campaña ya han sido levantados, pero han quedado desbordados por la afluencia de heridos y enfermos.


Se ha inaugurado un nuevo orfanato en la diócesis de Baucau, en Timor Oriental, promovido por la Iglesia local y los Salesianos, en cooperación con las autoridades civiles, que podrá hospedar a 60 huérfanos. Está dedicado a Santa Teresa del Niño Jesús, se encuentra en el territorio parroquial de Laga y se presenta como el mejor orfanato de la nación: una estructura completa, dotada de servicios médicos y de espacios para la instrucción, compuesta por seis secciones para acoger a niños entre 10 y 13 años, con uno amplio entorno para el estudio, un refectorio, una enfermería y un espacio para el recreo.
La joven nación de Timor Oriental que celebrará el próximo 20 de mayo el cuarto año de independencia, vive en una situación de preocupante subdesarrollo económico y pobreza. La mitad de la población (en total 900.000 habitantes) carece de agua potable, es analfabeta y vive por debajo del umbral de pobreza. Más de 60 niños de cada mil mueren antes de haber cumplido un año y la esperanza de vida está alrededor de los 55 años.


Imad El Atrache, jefe de redacción de la sede de Bruselas del canal Al Jazeera, considera la figura de Juan Pablo II “muy cercana y humana” y afirma que “no era sólo el Papa de los católicos”.
Este periodista, que participó en un Congreso organizado por la RAI en la Universidad Pontificia Gregoriana con motivo del primer aniversario del fallecimiento del Pontífice, recordó que la emisora televisiva panárabe decidió cubrir sin interrupciones la muerte de Juan Pablo II porqué “estaba claro que se trataba de una noticia mundial de mucho interés también para nosotros y, por eso, la cobertura mediática que ofrecimos fue grandiosa”.
Según la apreciación del periodista, Juan Pablo II se preocupó, en la primera fase de su pontificado, por alentar a los católicos para que no tuvieran miedo y, a partir de 1985, amplió su mirada a los hombres de todas las religiones. El abrazo a todos los pueblos, independientemente de su credo, hizo que su figura sobrepasara las fronteras de su Iglesia y que Juan Pablo II dejara de ser, en el lenguaje periodístico de la emisora, el Papa de los católicos para ser simplemente “el Papa”.
En Marruecos, el 18 de agosto de 1985, en un estadio con 45.000 jóvenes, el Papa dijo que los musulmanes y los cristianos pueden colaborar basándose en el mismo Dios-amor, aunque, al mismo tiempo, no escondió la grande y profunda diferencia sobre la persona de Jesús y sobre su papel en la historia de la salvación.