Fernando II, emperador de Alemania, para manifestar su gratitud a Nuestro Señor por la victoria alcanzada en una batalla, fundó en 1620, en la ciudad de Praga, un convento de padres carmelitas. En esa época, vivía en Praga la piadosa princesa Polixena Lobkowitz, quien les entregó una pequeña imagen de cera de 48 cm. que representaba un hermoso Niño Dios de pie con la mano derecha levantada en actitud de bendecir, mientras con la izquierda sostenía un globo dorado. Su rostro era muy amable y lleno de gracia, la túnica y el manto habían sido arreglados por la misma princesa, la cual, al dar la estatua a los religiosos, les dijo: “Padres míos, os entrego lo más caro que poseo en el mundo: Honrad mucho a este Niño Jesús y nada os faltará.”
Posteriormente, el ejército de Sajonia invadió Praga y destruyó el convento. La imagen fue rescatada de los escombros por el padre Cirilo, pero le faltaban las mayos, cuya reconstrucción consiguió el buen carmelita a costa de muchas penalidades y sacrificios, porque sus superiores consideraban que los donativos que recibían debían destinarse a sufragar gastos más apremiantes.
La imagen alcanzó fama de milagrosa y nuevamente la princesa Lobkowitz intervino para sufragar la construcción de un nuevo santuario que se inauguró en 1644.
Los padres carmelitas extendieron la devoción al Niño Jesús de Praga a todos sus conventos situados por todo el mundo.
Entre sus muchos atributos se encuentra el de remediar la perdición de la infancia por causa de la educación anticristiana, un tema que precisamente en nuestra época y en nuestro país empieza a ser un mal endémico.
La festividad del Niño Jesús de Praga se celebra el primer domingo de junio.
Posteriormente, el ejército de Sajonia invadió Praga y destruyó el convento. La imagen fue rescatada de los escombros por el padre Cirilo, pero le faltaban las mayos, cuya reconstrucción consiguió el buen carmelita a costa de muchas penalidades y sacrificios, porque sus superiores consideraban que los donativos que recibían debían destinarse a sufragar gastos más apremiantes.
La imagen alcanzó fama de milagrosa y nuevamente la princesa Lobkowitz intervino para sufragar la construcción de un nuevo santuario que se inauguró en 1644.
Los padres carmelitas extendieron la devoción al Niño Jesús de Praga a todos sus conventos situados por todo el mundo.
Entre sus muchos atributos se encuentra el de remediar la perdición de la infancia por causa de la educación anticristiana, un tema que precisamente en nuestra época y en nuestro país empieza a ser un mal endémico.
La festividad del Niño Jesús de Praga se celebra el primer domingo de junio.
