El miedo y las situaciones de urgencia continúan estando presentes en la vida de los fieles cristianos en Irak. Los atentados en lugares de culto se suceden. El 9 de enero estallaron simultáneamente dos bombas en Kirkuk, en la Iglesia Caldea del Sagrado Corazón y en la Siro Ortodoxa de Mar Efrén, provocando sólo daños materiales. Los estallidos siguieron a los atentados del 6 de enero contra siete lugares de culto cristianos, por fortuna sin ninguna víctima, pero con dos heridos, que han dejado a los fieles con el miedo de ir a sus templos obligándoles a una vida cada vez más aislada y segregada. Las difíciles condiciones de la comunidad cristiana en Irak provocaron que el Santo Padre expresara su preocupación en su discurso al Cuerpo Diplomático, en el que dijo: “En Irak, la reconciliación es una urgencia. Actualmente, los atentados terroristas, las amenazas y la violencia continúan, en particular contra la comunidad cristiana, y las noticias que nos llegan confirman nuestra preocupación; es evidente que todavía quedan por resolver aspectos esenciales de ciertas cuestiones políticas. En este marco, una reforma constitucional apropiada deberá salvaguardar los derechos de las minorías”.
La Conferencia Episcopal Peruana lamenta por medio de un comunicado la decisión del gobierno de aprobar políticas que facilitan y ayudan a la desintegración de las familias, ante la promulgación de una ley que regula el procedimiento no contencioso de la separación convencional y divorcio ulterior en las municipalidades y notarías. Los obispos manifiestan que “mientras en el país se vive un crecimiento económico y material, es triste que el gobierno ratifique una ley que permite la disolución de las familias por un camino rápido, que en nada las beneficia sino por el contrario las debilita y propicia su ruptura, en perjuicio de la niñez y la juventud que crecerán con el modelo y constitución del matrimonio como temporal, pasajero y circunstancial, lejos de los valores trascendentes de amor, unidad y estabilidad que deben cimentar el matrimonio entre un hombre y una mujer”. Ante esta lamentable decisión, los obispos mantienen la esperanza de que el gobierno también “se preocupe de concebir y aprobar leyes en favor de la familia, que la protejan y la orienten hacia caminos de integración, de educación y de éxito en el amor mutuo, de tal forma que puedan garantizar la constitución de hogares, verdaderas células de vida de la sociedad peruana” y pide a las a las autoridades que no pierdan de vista “el bienestar y desarrollo de todos los miembros de la familia y garantizar su estabilidad”.
La Iglesia Católica china, que está en primera línea desde el primer momento del terremoto, se adhirió a los tres días de luto por la tragedia, en comunión con todo el país. Durante estos tres días, en todas las comunidades católicas locales, a las 14,28 hora de la tragedia, mientras sonaban las campanas de los templos como signo de luto, se recitó la oración del Papa a Nuestra Señora de She Shan: “hoy venimos frente a ti para implorar tu protección”. De modo continuo y en todas partes se celebraron misas en sufragio de las víctimas, se rezaron oraciones, rosarios y novenas.
Según las religiosas de diversas congregaciones diocesanas chinas que están trabajando en los lugares del epicentro del seísmo bajo la coordinación de Jinde Charities, un ente católico caritativo chino, la situación es durísima. La hermana Zhai Jing Ai, de la Congregación de San José de He Bei dijo: “Estamos divididas en 6 grupos. Llevamos un atomizador de 20 kilos durante 6 horas, para desinfectar la zona. Siempre vestimos el hábito religiosos con la cruz en el pecho, que nos da fuerza y valor. Algunos nos preguntan quienes somos, nos piden la cruz y la Biblia y quieren conocer la fe”. “A pesar del ingente trabajo, encontramos siempre tiempo para rezar y compartir nuestra experiencia. Desde hace días que no nos lavamos ni siquiera el rostros porque falta el agua. Nos levantamos a las 6 de la mañana, rezamos y hacemos nuestra meditación. Trabajamos hasta las 23 o hasta la una del día siguiente”.
La Conferencia Episcopal Peruana lamenta por medio de un comunicado la decisión del gobierno de aprobar políticas que facilitan y ayudan a la desintegración de las familias, ante la promulgación de una ley que regula el procedimiento no contencioso de la separación convencional y divorcio ulterior en las municipalidades y notarías. Los obispos manifiestan que “mientras en el país se vive un crecimiento económico y material, es triste que el gobierno ratifique una ley que permite la disolución de las familias por un camino rápido, que en nada las beneficia sino por el contrario las debilita y propicia su ruptura, en perjuicio de la niñez y la juventud que crecerán con el modelo y constitución del matrimonio como temporal, pasajero y circunstancial, lejos de los valores trascendentes de amor, unidad y estabilidad que deben cimentar el matrimonio entre un hombre y una mujer”. Ante esta lamentable decisión, los obispos mantienen la esperanza de que el gobierno también “se preocupe de concebir y aprobar leyes en favor de la familia, que la protejan y la orienten hacia caminos de integración, de educación y de éxito en el amor mutuo, de tal forma que puedan garantizar la constitución de hogares, verdaderas células de vida de la sociedad peruana” y pide a las a las autoridades que no pierdan de vista “el bienestar y desarrollo de todos los miembros de la familia y garantizar su estabilidad”.
La Iglesia Católica china, que está en primera línea desde el primer momento del terremoto, se adhirió a los tres días de luto por la tragedia, en comunión con todo el país. Durante estos tres días, en todas las comunidades católicas locales, a las 14,28 hora de la tragedia, mientras sonaban las campanas de los templos como signo de luto, se recitó la oración del Papa a Nuestra Señora de She Shan: “hoy venimos frente a ti para implorar tu protección”. De modo continuo y en todas partes se celebraron misas en sufragio de las víctimas, se rezaron oraciones, rosarios y novenas.
Según las religiosas de diversas congregaciones diocesanas chinas que están trabajando en los lugares del epicentro del seísmo bajo la coordinación de Jinde Charities, un ente católico caritativo chino, la situación es durísima. La hermana Zhai Jing Ai, de la Congregación de San José de He Bei dijo: “Estamos divididas en 6 grupos. Llevamos un atomizador de 20 kilos durante 6 horas, para desinfectar la zona. Siempre vestimos el hábito religiosos con la cruz en el pecho, que nos da fuerza y valor. Algunos nos preguntan quienes somos, nos piden la cruz y la Biblia y quieren conocer la fe”. “A pesar del ingente trabajo, encontramos siempre tiempo para rezar y compartir nuestra experiencia. Desde hace días que no nos lavamos ni siquiera el rostros porque falta el agua. Nos levantamos a las 6 de la mañana, rezamos y hacemos nuestra meditación. Trabajamos hasta las 23 o hasta la una del día siguiente”.
