Del libro LA SAL DE LA TIERRA, publicado por Ediciones Palabra. Reproducido con permiso del editor.
¿Dónde está Dios?
El periodista Peter Seewald dice:
─ ¿Dónde está Dios, dónde se le encuentra? ¿Se oculta en alguna parte? Al parecer, Dios se manifiesta muy pocas veces, y los hombres se desesperan porque creen que ya no habla con ellos, no les deja ver ninguna señal clara, no se manifiesta.
Joseph Ratzinger responde:
─ Generalmente, Dios no habla demasiado alto, pero sí nos habla una y otra vez. Oírle depende, como es natural, de que el receptor y el emisor estén en sintonía. Ahora, en nuestro tiempo, con nuestro actual estilo de vida y de forma de pensar, hay demasiadas interferencias entre los dos y sintonizar resulta particularmente difícil. Y, por otra parte, estamos tan distanciados de Dios que, aunque oyéramos su voz, tampoco la reconoceríamos como suya, así, sin más.
No obstante, yo diría que a cualquiera de nosotros qué esté atento, esté donde esté, puede acontecerle que perciba al Señor, “Dios me habla”. Y esa es la gran oportunidad que tengo para conocerle. Y si yo estoy vigilante y alguien me ayuda a descubrirlo, también en las desgracias puede, de pronto, irrumpir en mi vida. Es obvio que Dios no habla demasiado alto; pero a lo largo de toda la vida sí nos habla por signos o sirviéndose de encuentros con otras personas. Basta simplemente con estar un poco atentos y no dejarse impresionar por las apariencias.
─ ¿Cuántos caminos hay para llegar a Dios?
─ Tantos como hombres y mujeres. Porque, incluso dentro de una misma fe, cada uno tiene su propio camino personal. Tenemos las palabras de Jesucristo “Yo soy el camino”. Asi que, en definitiva, hay un solo camino y todo el que se dirija a Dios ya está de algún modo en ese camino, que es Jesucristo. Pero eso no significa que conscientemente, voluntariamente, todos los caminos sean idénticos; significa que ese único camino es tan ancho que puede convertirse en el camino personal de cada hombre y cada mujer.
¿Dónde está Dios?
El periodista Peter Seewald dice:
─ ¿Dónde está Dios, dónde se le encuentra? ¿Se oculta en alguna parte? Al parecer, Dios se manifiesta muy pocas veces, y los hombres se desesperan porque creen que ya no habla con ellos, no les deja ver ninguna señal clara, no se manifiesta.
Joseph Ratzinger responde:
─ Generalmente, Dios no habla demasiado alto, pero sí nos habla una y otra vez. Oírle depende, como es natural, de que el receptor y el emisor estén en sintonía. Ahora, en nuestro tiempo, con nuestro actual estilo de vida y de forma de pensar, hay demasiadas interferencias entre los dos y sintonizar resulta particularmente difícil. Y, por otra parte, estamos tan distanciados de Dios que, aunque oyéramos su voz, tampoco la reconoceríamos como suya, así, sin más.
No obstante, yo diría que a cualquiera de nosotros qué esté atento, esté donde esté, puede acontecerle que perciba al Señor, “Dios me habla”. Y esa es la gran oportunidad que tengo para conocerle. Y si yo estoy vigilante y alguien me ayuda a descubrirlo, también en las desgracias puede, de pronto, irrumpir en mi vida. Es obvio que Dios no habla demasiado alto; pero a lo largo de toda la vida sí nos habla por signos o sirviéndose de encuentros con otras personas. Basta simplemente con estar un poco atentos y no dejarse impresionar por las apariencias.
─ ¿Cuántos caminos hay para llegar a Dios?
─ Tantos como hombres y mujeres. Porque, incluso dentro de una misma fe, cada uno tiene su propio camino personal. Tenemos las palabras de Jesucristo “Yo soy el camino”. Asi que, en definitiva, hay un solo camino y todo el que se dirija a Dios ya está de algún modo en ese camino, que es Jesucristo. Pero eso no significa que conscientemente, voluntariamente, todos los caminos sean idénticos; significa que ese único camino es tan ancho que puede convertirse en el camino personal de cada hombre y cada mujer.
