27 de febrer del 2009

ITE-130. Correspondència missionera - 3

También el P. Ramón Vicens nos remitió su mensaje navideño:
Ante todo quiero desearos que paséis unas Felices Fiestas de Navidad y Año Nuevo. Que el Niño Dios, que va a nacer entre nosotros nos llene de alegría, paz y amor.
Hace ya un año que tuve que dejar por la mitad un curso de tres meses en Jerusalén para venir a Barcelona por motivos de salud. Al llegar a Barcelona me operaron de cáncer de colon. Desde entonces llevo un año con sesiones de quimioterapia, una vez cada quince días. Al principio, los frutos de la quimioterapia fueron consoladores y los nódulos en el hígado fueron reduciéndose considerablemente. Creí, incluso, que si todo iba a ese ritmo podría volver pronto a Tanzania. Pero estos frutos se han reducido en estos últimos meses. La situación actual es esta: de los 3 nódulos que tenía en el hígado hace un año, uno ha desaparecido. El nódulo mayor que medía 4,5 centímetros ha disminuido a 1,2 centímetros y el que tenía 2,5 centímetros mide ahora solo 7 milímetros. En el último TAC, la disminución de los nódulos no ha variado casi nada. El oncólogo me dice que si los nódulos no aumentan, ya es algo positivo. No me puedo quejar de los efectos secundarios de la quimioterapia. No se me ha caído el pelo. No he tenido vómitos ni diarreas. Lo que si que he tenido son granos que me salían en una parte u otra del cuerpo pero, con una pomada, desaparecían después de unos días. Puedo darle gracias a Dios por todo ello ya que he podido llevar una vida normal de trabajo como sacerdote en una parroquia. Tengo que aceptar de todas maneras que no podré volver a Tanzania en un futuro próximo. Continuad rezando por mi.
Estoy trabajando en la Parroquia de Santa Eulalia de Vilapiscina a un cuarto de hora a pié de mi casa. Mosén Miquel Bada, el párroco, le pidió al Sr. Cardenal que me nombrase adscrito a su parroquia. Había trabajado con él cuando hice un año sabático en Barcelona estudiando Teología Espiritual. Cuando volví a Tanzania, la parroquia de Santa Eulalia de Barcelona y la mía de San José Mukasa de Mwanza nos convertimos en parroquias hermanas. Uno de los frutos de ese hermanamiento fue la adopción por parte de la parroquia de Santa Eulalia de la construcción de un Centro de Promoción Social que presenté a Manos Unidas. Este proyecto aprobado por Manos Unidas fue financiado por la parroquia de Santa Eulalia y las otras parroquias del arciprestazgo. Una representación formada por el párroco, otro sacerdote y varios miembros del Consejo Pastoral vinieron a Tanzania para la inauguración y bendición del Centro. Tengo la suerte de poder vivir con mi madre. Ella estaba en una residencia de ancianas cerca de casa. La residencia la llevan las monjas del Amor de Dios. Estaba muy contenta allí. Pero cuando vine a Barcelona por motivos médicos se vino a casa para estar conmigo y servirme con un amor de madre. A pesar de sus 84 años y sus achaques de salud lo consigue muy bien. Y esto es también una gracia de Dios.
Cuando te enteras que tienes un cáncer y tienes que cortar de golpe con el trabajo que estabas haciendo en Tanzania y volverte a Barcelona te llevas un buen susto. Pero hay que aceptar la voluntad de Dios y vivir el tiempo de vida que Dios quiere que vivas de la mejor manera posible. La espiritualidad del “día a día“ me ha ayudado a vivir gozosamente en estas nuevas circunstancias. Cada día es un regalo de Dios y hay que vivirlo con alegría lo mejor que se pueda. El futuro está en las manos de Dios.
Bueno, por hoy nada más. Me alegrarán vuestras noticias.
Un abrazo a todos.
Ramón Vicens